La
presión sanguínea es la tensión ejercida por la sangre circulante sobre las
paredes de los vasos sanguíneos, y constituye uno de los principales signos
vitales. La presión de la sangre disminuye a medida que la sangre se mueve a
través de arterias, arteriolas, vasos capilares, y venas; el término presión
sanguínea generalmente se refiere a la presión arterial, es decir, la presión
en las arterias más grandes, las arterias que forman los vasos sanguíneos que
toman la sangre que sale desde el corazón. La presión arterial es comúnmente
medida por medio de un esfigmomanómetro, que usa la altura de una columna de
mercurio para reflejar la presión de circulación (ver medición no invasiva más
abajo).
La
presión arterial varía durante el ciclo cardíaco de forma semejante a una función
sinusoidal lo cual permite distinguir una presión sistólica que es definida
como el máximo de la curva de presión en las arterias y que ocurre cerca del
principio del ciclo cardíaco durante la sístole o contracción ventricular; la
presión arterial diastólica es el valor mínimo de la curva de presión (en la
fase de diástole o relajación ventricular del ciclo cardíaco). (Barrera,
Cerón, & Ariza, 2014)
Los
valores típicos para un ser humano adulto, sano, en descanso, son
aproximadamente 120 mmhg (16 kpa) para la sistólica y 80 mmhg (11 kpa) para la
diastólica (escrito como 120/80 mmhg, y expresado oralmente como "ciento
veinte sobre ochenta").
Aunque
a la presión sanguínea se la confunde con la presión arterial, se puede
distinguir dos tipos de presión sanguínea:
- · Presión venosa
- · Presión arterial: tiene dos componentes o medidas de presión arterial que son:
- · Presión sistólica o alta.
- · Presión diastólica o la baja.
La
presión arterial (presión sanguínea en las arterias) puede registrarse
fácilmente, sin esfuerzo y de manera indolora, lo que supone una ventaja tanto
para los pacientes como para los médicos.
Estos factores
convierten los controles de la presión en un método de reconocimiento
disponible y aplicable en prácticamente cualquier lugar. La presión sanguínea
se mide en mmhg (milímetros de mercurio). Los valores de presión arterial
normales en los adultos se sitúan aproximadamente en 120/80 mmhg, a partir de
140/90 mmhg se habla de hipertensión arterial. La primera cifra se denomina
“valor sistólico”; la segunda es el “valor diastólico”.
Una red
de nervios, hormonas y estructuras cerebrales se encarga de regular la presión
sanguínea. Es totalmente natural que fluctúe a corto plazo, debido por ejemplo
a esfuerzos físicos, excitación mental, consumo de café u otros factores. Sin
embargo, las oscilaciones continuadas de la presión arterial, en especial la
hipertensión constante, han de ser evaluadas por el médico, puesto que pueden
constituir un indicio de ciertas enfermedades o derivar en patologías graves
como el infarto cardiaco o el accidente cerebrovascular.
La
definición real es "el valor que tras integrar la curva de pulso deja la
misma superficie encerrada por encima y por debajo de ese valor de
presión".
La
fluctuación hacia arriba y hacia abajo de la presión arterial resulta de la
naturaleza pulsante del volumen cardiaco. La presión de pulso es determinada
por la interacción del volumen de stroke contra la resistencia al flujo en el
árbol arterial.
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